Con motivo del estreno de la película “Lucy”, se abre de nuevo el polémico debate sobre la capacidad de nuestro cerebro y la cantidad de este que utilizamos.

PPopularmente se afirma, que los humanos usamos nuestra capacidad cerebral en un porcentaje menor al posible. Que toda la actividad consciente, inconsciente, sensoriomotora, perceptiva y de razonamiento, se lleva a cabo con un porcentaje mínimo de la capacidad real del cerebro. Si esto no fuera así, y pudiéramos usar el 100% del cerebro durante nuestra actividad cotidiana tendríamos a la alcance habilidades extraordinarias que nos permitirían relacionarnos con nuestro entorno de una manera muy diferente a como lo hacemos hoy.

Lucy, interpretada por Scarlett Johansson, “tras sufrir un desafortunado accidente con una potente sustancia química” experimenta una reacción física que deriva en el desarrollo progresivo de su capacidad mental. Durante este proceso Lucy se ve beneficiada de todas estas cualidades que superar el 10% de la capacidad cerebral suponen como la telepatía, telequinesia, hipersensibilidad, ampliación de la memoria, incremento exponencial de la velocidad lectora, percepción y capacidad de influir en las hondas de radio, telefónicas, etc.

Si bien es verdad que para algunos estas capacidades pueden resultarnos  bien atractivas e incluso deseables, cabe preguntarnos:

¿Hasta qué punto el desarrollo de la capacidad cerebral es posible a este nivel y cuanto un mero deseo, y/o entretenimiento fantástico?

No pretendo caer en el  cientificismo de reducir el conocimiento humano a aquello que solo la ciencia pueda explicar. Sin embargo me resultaría incoherente para dar  respuesta a nuestra pregunta, desconsiderar  las aportaciones  del psicólogo  Barry L. Beverstein basadas en las investigaciones que durante décadas la neuropsicología ha aportado.

  • Durante todos estos años de investigación las imágenes cerebrales obtenidas por tecnologías como la tomografías por emisión de positrones (PET) y las resonancias magnéticas funcionales (fMRI) han revelado que incluso durante le sueño todas las partes de nuestro cerebro están activas presentando algún nivel de actividad.
  • Todas las partes del cerebro están de alguna forma implicadas en cada una de nuestras actividades.  Si solo utilizáramos el 10% de nuestro cerebro, muchos casos de lesión cerebral serían insignificantes,  cuando la realidad es que alguna función se ve afectada, por muy pequeña que sea la parte dañada.
  • Durante años de investigación se han conseguido asociar las distintas funciones vitales y sus principales areas cerebrales donde se localizan; aún no se ha encontrado ninguna parte del cerebro que no atienda a alguna función.
  • Las enfermedades neuronales que suponen alguna  inhibición en la  actividad cerebral suponen una degeneración de algún parte del cerebro. Si tuviéramos una parte del cerebro en desuso el organismo lo degeneraría y no lo seguiría alimentando.

Así pues, teniendo en cuenta estas aportaciones y no encontrando otras contrastables que lo nieguen, parece sencillo orientarse hacia una respuesta. Ya usamos al 100% nuestra capacidad cerebral. Cualquier habilidad que diste cualitativamente a las que ya conocemos como humanas estarán más cerca de la ficción que de la realidad.

En mi opinión, esto no quiere decir que hayamos alcanzado el techo de nuestro desarrollo. Al contrario, creo que aún nos queda mucho por seguir aprendiendo y adaptarnos muchísimo mejor a nuestro entorno. Sin embargo, este aprendizaje no supone que los procesos psicológicos, el funcionamiento del cerebro tenga que ser diferente. Sino seguir siendo el que es, el mismo y tal cual es ahora. Sirva de ejemplo la metáfora del automóvil: podemos mejorar en nuestra conducción y desplazarnos de forma más eficaz, respetuosa e inteligente con el mismo vehículo sin necesidad de cambiar ninguna de sus características técnicas.

Aceptar que nuestro cerebro ya funciona al 100% y que los procesos psicológicos cerebrales, por mucho que aprendamos, seguirán siendo los mismos supone renunciar a esos super poderes, o habilidades mágicas que en alguna ocasión todas hemos podido desear. Sin embargo, que no decaiga el ánimo, quiero brindar a quien lee el consuelo de que aún podemos seguir desarrollando una buena lista de habilidades cerebroshumanas. Algunas como la empatía, la capacidad de razonamiento, la comprensión lectora, la introspección, la concentración, la capacidad de escuchar a los demás y saber que deseamos y como satisfacerla sin perjuicio.  , la tolerancia, etc. aunque no resulten fantásticas y mágicas a menudo habilidades como estas pueden resultar excelentes y acercarnos al mundo que queremos y como nos queremos.

A modo de conclusión y despedida de este artículo, creo que nos cabe una pregunta, ¿más allá de fantasear con conseguir los super poderes de Lucy, cuánto tiempo y esfuerzo dedicamos en nuestro día a día en desarrollar estas habilidades humanas que nos acercan a los demás y aquello que verdaderamente deseamos? ¿Y  este tipo de habilidades humanas, son ficción o realidad?

Mario Pastor Martín