El domingo 26 de abril de 2020, después de 42 días de confinamiento, hemos dado un nuevo paso adelante, llegaba para muchos la ansiada noticia: los niños y niñas podían salir a la calle. Es cierto, que este deseado paseo, no podría ser como aquellos a los que muchos estábamos acostumbrados, sino que tendría que ser: más corto, cerca de casa, acompañado de mamá o papá y lo más difícil, sin poder acercarnos los unos a los otros. Ante esta situación, los niños y niñas han tenido, muchas y diversas reacciones: impaciencia, revuelo, nervios por elegir los mejores juguetes, o prisas para desempolvar la bicicleta, el balón o los patines. Pero también, ante esta situación, en muchas casas se vivía una realidad común: niños con miedo de salir a la calle.

Podemos definir el miedo como una emoción básica que se caracteriza por una sensación desagradable provocada por la percepción de peligro, real o imaginario del presente, futuro o pasado.

Leer esta definición nos ayuda a entender porque pueden los niños y niñas tener miedo a salir a la calle. Nos encontramos ante una de las emergencias sanitarias más grandes de la historia, escuchamos o vemos al día millones de noticias sobre la situación que estamos viviendo, incorporamos nuevos hábitos para protegernos en nuestro día a día y nuestra forma de enfrentarnos al mundo ha cambiado mucho en estos 42 días.

Muchos de nosotros tenemos miedos, preocupaciones o inseguridades. Entonces… ¿Por qué no iban a tener miedo los niños/as a enfrentarse a esta nueva situación? Probablemente las ganas de salir de casa y disfrutar del aire libre o el pensar que los niños/as viven más al margen de la realidad, han hecho que pasemos por alto esta reacción tan natural.
Ahora bien… ¿Qué podemos hacer si nuestros hijos/as tienen miedo a salir a la calle?

Validar sus emociones y normalizar su reacción.

Lo primero que tenemos que explicarles es que si podemos salir a la calle es porque ya es seguro hacerlo. Hablar con ellos sobre cómo se sienten, qué cosas les dan miedo de salir y transmitirles que es normal que se sientan así y que no pasa nada por ello. Ponerles ejemplos de otros miedos que hayan tenido y de como al enfrentarse a ellos, estos se van haciendo cada vez más pequeños. Mostraros tranquilos y seguros para que poco a poco ellos también puedan estarlo.

Explicarles las precauciones sin alarmarles.

Tenemos que dejarles claro qué cosas no se pueden hacer: acercarse a otros niños, tocar cosas, compartir juguetes, alejarse de mamá o papá, etc. Explicarles que todo estará bien si las cumplimos. Debemos recordárselas e ir guiándoles, ya que los niños/as no tienen la misma conciencia de peligro que las personas adultas.

Animarles sin forzarles.

Cada niño/a necesita su tiempo. No debemos forzarles. El hecho de que ahora puedan salir a la calle no quiere decir que tengamos que salir  inmediatamente o que tengamos que hacerlo todos los días. Para hacerles más fácil su vuelta a las calles, podemos hablarles de las cosas que podrán hacer al aire libre, animarles a que lleven sus juguetes favoritos o proponerles algún juego durante el paseo. Ir de manera progresiva,  valorar sus esfuerzos por intentar enfrentarse a la situación y reforzar los avances que vayan consiguiendo cada día.

Darles seguridad y protegerles.

Vosotros, los padres, sois los encargados de protegerles y de evitar que corran riesgos. Es importante que seáis responsables, estéis bien informados y cumpláis las normas.

Por último, no os olvidéis de disfrutar de vuestros niños/as y de aprovechar el tiempo que pasáis con ellos, si cada uno ponemos lo mejor de nosotros mismos pronto podremos recordar aquellos extraños paseos del 26 de abril.
 
Marta Valdés Sánchez
Psicóloga infantil y juvenil
de Apraxia Psicología